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La historia de la hija buena en una bodega

¿Os gustaría conocer la historia de la hija buena en una bodega? Te la contamos a continuación.

Muchos rincones del planeta están repletos de historias y leyendas, de mitos y cuentos. Pues bien, las bodegas donde se elaboran vinos desde tiempos muy antiguos, no están exentos de estas historias. Más aún cuando hablamos de la tierra donde la magia y las meigas son parte de la tradición, y en esta ocasión incluso también del nombre.

¿Qué historia esconde la bodega Fillaboa detrás de su nombre?

La familia Masaveu adquirió la Finca Fillaboa en el año 2000 y ya por aquél entonces se llamaba así a la bodega. Esta historia empieza igual que la Cenicienta.

Cuenta la leyenda que en el lugar (Salvaterra de Miño) hubo un conde gallego que tenía tres hijas y al fallecer, dejó las mejores tierras a su hija pequeña, que era bella y buena, y no a las otras dos que eran malvadas y envidiosas. El padre consoló a la pequeña de las penurias a la que la sometieron sus hermanas concediéndole a la filla boa lo mejor que tenía. El final feliz del cuento da nombre a la finca codiciada, que se llama por eso Fillaboa, hija buena en gallego y es hoy una de las propiedades más grandes del catastro de Pontevedra y una de las más antiguas y bonitas de Galicia. En esa finca con bodega, pazo, capilla y hórreo, hoy se elaboran tres vinos albariños que llevan ese mismo nombre: Fillaboa, Fillaboa Selección Finca Monte Alto (que procede del viñedo más alto de la finca) y La Fillaboa 1898. No solo estas dos palabras unidas a tanta historia dan el nombre a la finca, a la bodega y a los vinos, sino que también es el nombre del puente de tipo románico que se mantiene sobre el río Tea reconstruido en el S. XV y que se puede encontrar en las inmediaciones de la bodega, y el nombre también de la isla de la Fillaboa situada en la confluencia de los ríos Tea y Miño.

Esta historia, como la de la Cenicienta, trata de transmitir valores como la bondad y la humildad y los vinos de Fillaboa los expanden por distintos puntos del planeta a modo de leyenda y disfrute. 74 hectáreas de finca y 50 hectáreas plantadas de viñedo, un pazo, un hórreo, y una capilla hacen que esta finca tenga un encanto gallego inigualable y sus especiales características, la convierten en ideal para el cultivo de la variedad autóctona albariño. Por todo ello, es la única bodega de Galicia que pertenece a la Asociación Grandes Pagos de España.

Las viñas de Fillaboa

Las viñas rodean el pazo de Fillaboa que está situado en Salvaterra de Miño, en el corazón del condado de Tea. Un grueso y largo muro de piedra de 1.600 metros cerca la finca. Un medio donde impera el silencio, roto únicamente por el rumor del agua, el paso del tren Madrid-Vigo entre los viñedos y el canto del cuco en primavera. Según la tradición, hace 2000 años que los romanos anduvieron por la zona y ordenaron el cultivo de viñas de Fillaboa por sus favorables características. Hay documentos o constancia de que el vino de Fillaboa se enviaba a Roma para misar el Papa y que en 1900 se elaboraba y vendía vino de la finca Fillaboa.

¿Os gustaría ir al lugar donde nace esta leyenda y visitar Fillaboa o catar alguno de sus vinos? ¡Seguro que conocéis a alguna filla boa a la que le gustaría cualquiera de ambos planes!

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